Es una realidad que hay que ayudar a los pobres. Independientemente
de los diferentes sistemas económicos, cada país destina un porcentaje de sus
ingresos para combatir la pobreza.
En teoría, las respuestas a estas preguntas serian que sí,
que hay que regalarle al pobre. Sin embargo, ¿regalarle las cosas básicas al
pobre hace que salga de la pobreza?
Eso es claro, para que no me mal entiendan ni piensen que mi
escrito es clasista o que invita al desánimo de ayudar al pobre.
Unos países invierten más que otros, todo depende de sus
sistemas, sus políticas internas, sus leyes y la voluntad que cada uno de estos
gobiernos muestre en pos de la lucha por erradicar la pobreza.
Para este propósito, sería apropiado preguntarnos:
¿Entre más dinero invirtamos en programas de
asistencialismo, menor es el índice de pobreza?
¿Más dinero en asistencialismo significa mayor reducción de
pobreza?
La lucha entre las diferentes clases sociales ha generado
esta clase de inquietudes, preguntas y cuestionamientos. Estoy de acuerdo con
que hay que ayudar al pobre, todos los gobiernos deben tener como objetivo la
lucha contra la pobreza. La lucha contra la pobreza es un hecho, una realidad
necesaria, un objetivo común, una razón, un fin, un propósito.
Todo lo contrario, mi propósito es sustentar mi teoría de
que invertir mucho dinero en asistir al pobre no representa sacarlos de la
pobreza. En temas de lucha contra la pobreza el “cómo” es más transcendental
que el “qué”. En otras palabras, no es cuánto dinero invertimos en los pobres
sino cómo lo invertimos.
En Estados Unidos por ejemplo, el dinero invertido por el
gobierno por persona en condición de pobreza pasó de $422 en 1960 a $18,013 en
2016, o lo que quiere decir $72,050 para una familia de cuatro personas.
Aparentemente, invertir más, representaría una reducción en la pobreza. Sin
embargo, la realidad es otra, el porcentaje de la población en pobreza ha
oscilado entre 12% y 15% en los últimos 50 años, con una tendencia a
incrementar.
Es muy conocida la frase “Regálale un pez a un hombre y comerá
un día. Enséñale a pescar y comerá toda la vida”.
Pero ¿Qué sucede cuando a la persona se le ofrece el pescado
todos los días?
Pues lo más lógico es que a dicha persona no le interese
salir a pescar pues el gobierno pesca por él o ella, le transporta el pescado
hasta su casa y hasta se lo prepara.
Eso hace que la gente no tenga un incentivo para salir
adelante, salir de los guetos o barrios marginales no es tan fácil.
Precisamente porque es una cultura, la cultura del asistencialismo, la gente no
quiere salir de la pobreza porque todas sus necesidades son cubiertas y por lo
que a continuación les explicaré:
La línea de la pobreza.
La línea de la pobreza es un método para definir quiénes
deben ser los recipientes de las diferentes ayudas sociales y económicas.
Los lineamientos federales de la línea de la pobreza en 2017
fueron:
Tamaño de la familia
|
Ingresos Anuales
|
Ingresos Mensuales
|
Ingresos por hora
|
1
|
$12,060
|
$1,005
|
$5.80
|
2
|
$16,240
|
$1,353
|
$7.81
|
3
|
$20,420
|
$1,702
|
$9.82
|
4
|
$24,600
|
$2,050
|
$11.83
|
5
|
$28,780
|
$2,398
|
$13.84
|
6
|
$32,960
|
$2,747
|
$15.85
|
7
|
$37,140
|
$3,095
|
$17.86
|
8
|
$41,320
|
$3,443
|
$19.87
|
Más de 8 sumar por persona
|
$4,180
|
$348
|
$2.01
|
Quienes superen esta línea (lo mismo que: quienes ganen más
de la cantidad estipulada) deben pagar por su seguro médico, no tienen ayuda
alimentaria, no les ayudan con la vivienda, con transporte ni ninguno de los
diferentes programas sociales.
Este sistema está mal, hace que la gente se quede recibiendo
todo y no los educa, no los prepara para ser productivos, los mantiene, los
obliga a no ganar más dinero para no perder los beneficios.
Por ejemplo, conocí el caso de una joven, madre soltera, con
ganas de salir adelante pero se pasó de la línea de la pobreza por solo $400.
Paso seguido, le retiraron las ayudas. Por supuesto que con su salario no
alcanzaba a cubrir todos sus gastos médicos ni los de su bebé. ¿Qué tuvo que
hacer? Trabajar de mesera y dejar el empleo de secretaria para ganar dinero en
efectivo y para que el gobierno no se entere y poder llevar el dinero a casa.
Eso es matarle las ilusiones a la gente, negarles la posibilidad
de crecer, de superarse, de avanzar, no digo que el trabajo de mesera sea
indigno pero claramente en una oficina hay más opciones de escalar, de ser promovidos,
de ganar experiencia y con el tiempo ganar más dinero.
Lo peor es la hipocresía de los políticos que hacen campaña
en los barrios pobres y les prometen que vienen más ayudas, que se opondrán a
los políticos que quieran acabar con el asistencialismo “voten por mí, yo soy
el candidato de los pobres” Bueno, que un candidato lo diga no está mal – Pero que
oportuno sería que cuando llegue a gobernar no llegue a mantener la pobreza
sino a realmente luchar por reducirla.
¿Y cómo se reduce? Con educación, con oportunidades, con
programas inteligentes. Soy un convencido de extraer lo mejor de cada extremo,
puedo rescatar el sentido social de la Izquierda y también me gustan ciertas
iniciativas de derecha. Podemos fusionar lo mejor de ambos mundos, los países nórdicos
lo lograron, países que tienen un sistema de salud universal y mantienen un
capitalismo estable y la gente siente orgullo por su país, su gobierno, por su
lugar en la sociedad y la idea de trabajar es una dignidad pero porque siente
el respaldo de su gobierno que siempre hará lo posible por brindarle las herramientas
necesarias para que sea una persona exitosa y aporte cada día mas al país.
Capitalismo Social, suena bien ¿cierto? Puede ser un poco confuso y habrá
gente que diga que eso no es posible y que ya todo está inventado.
Sin embargo,
¿Por qué no intentarlo? Salir de esta polarización que solo nos deja dos
opciones, podemos escucharnos, entendernos, valorarnos y llegar a puntos
comunes en los que podemos converger.
Por ejemplo, en el caso colombiano, nos
podemos concentrar en la lucha en contra de la corrupción, Izquierda, Derecha y
Centro, cuando logremos direccionar el inmenso flujo de dinero que corre hacia
la corrupción y redireccionarlo para ayudar al pobre, es ahí, en ese momento en
el que se necesitan políticas inteligentes de desarrollo, hacer que la gente
sea productiva, el campo sea revitalizado, podríamos ser una potencia agrícola,
invertir en tecnología, ciencia pero sin descuidar las regiones, llevar las
universidades al campo, ofrecer las verdaderas soluciones al pueblo colombiano.
Como ven, son propuestas que integran a todos los sectores, el privado, el público
y la sociedad civil. Todos cabemos, hay mucho potencial en todos los partidos políticos, dirijamos el futuro del país hacia lo que verdaderamente debe ser el alma
de la política: Servirle a los demás.
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