¡Cuántas veces
hemos escuchado el dicho “El pueblo no tiene memoria”! Muchas veces. Y es que
la historia de discriminación racial, segregación, antisemitismo es muy amplia
como para que no la conozcamos. Sin embargo, el ser humano es muy vulnerable al
discurso de odio y vuelve y queda inmerso en filosofías xenófobas que nos
dividen.
Justo cuando
creemos que superamos nuestras diferencias emergen líderes que impregnan a sus
seguidores de una retórica divisoria y el camino una vez abonado se ve
pisoteado de nuevo – Haciendo cada vez más difícil la tolerancia y el respeto
por las diferencias religiosas, culturales y de idiosincrasia presentes en los
seres humanos.
Los últimos
acontecimientos durante y después de las elecciones presidenciales en Estados
Unidos sirven de argumento para demostrar cómo nos podemos devolver en el tiempo
y de un momento a otro empezar a luchar guerras que creíamos haber ganado.
Creíamos haber
sanado las heridas que causaron los Nazis, o las que abrieron los blancos y su
comercialización humana con la esclavitud, o las guerras religiosas en tiempos
de inquisición y sus cruzadas. Llegamos a pensar que ese discurso sería repudiado
por la gente, que no hallaría receptores interesados en escuchar mensajes que
nos hicieran sentir diferentes o superiores a los demás por tener un color de
piel determinado, profesar una religión o vivir dentro de un territorio en
particular.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9Qrq4w_WtqALWLgh6F2O9uMixQpVfc5No2vNqApSIebVilaSRw_qN0NNX4nV0K1h6VlyxkkLAoaVEWO1PpTbtfSUBzJPDlwaiEvm7RNhGzUNU-8jMa9pT9SF6oSBz5krcv0Qip87HcUW9/s320/Bomb+threat+Jews.jpg)
El mes pasado el
mundo recibió la noticia de la muerte de seis musulmanes que realizaban su
acostumbrada reunión religiosa en una mezquita de Quebec, Canadá – El
victimario, un joven de raza blanca, quien simpatizaba con el lenguaje
discriminatorio y de superioridad racial.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJNWENLjvayCR5Q9IsyAavx7aUcOfl9P9d6C1PAtV2ePli341Nw-Ykz-Jyip8hPQjqhlSPgjTUjQkqf3itrFTXj695mQH6pBDmWOdP2q0lJ8Bot3URT_fv6Cc0FNkO_JC-rsNpC6afNHPv/s320/Shooting+Quebec.jpg)
Es el método
predilecto de quienes encuentran en el populismo la mejor vía para lograr sus
objetivos. Sucede en Medio Oriente, donde hay grupos que usan la religión para
dividir y levantar sentimientos en contra de otros grupos poblacionales diferentes
y acaba de suceder en Estados Unidos, donde el lenguaje de superioridad y
división para que el pueblo se fraccione entre “ellos y nosotros” nuevamente
está siendo aceptado.
El mundo cada día
es más diverso y todo sucede más rápido, las comunicaciones nos acercan, pero también
nos dividen; la política nos organiza pero también nos fragmenta; la religión
nos da paz pero también es motivo de conflicto.
Sin embargo, no
es culpa ni de las comunicaciones, ni de la política, ni de la religión – Es
nuestra culpa, por nuestra tendencia a la maldad, por nuestros temores e
inseguridades, por nuestro egoísmo, por mirar a los demás como inferiores
porque están por fuera de nuestras fronteras y “son malos” por el simple hecho
de no tener mi color de piel, por profesar una creencia o un idioma diferente,
por querer el bien y la prosperidad solo para mí, así yo tenga mucho y los
demás mueran de hambre, al fin y al cabo “esa gente no es como nosotros y
vienen a destruirnos”.
Ese es el
lenguaje que hay que acabar, aunque es más difícil cuando quienes
usan dicho lenguaje son jefes de estado o políticos influyentes, los mismos que
están llamados a unir a sus países, pero en realidad muchos no buscan el bien común
sino sus propios intereses y dar rienda suelta a sus sentimientos de
superioridad sin preocuparse que sus discursos tengan consecuencias adversas y
que terminen dividiéndonos cada día más.
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