El ser humano
siempre ha usado armas, desde el surgimiento de las primeras civilizaciones en
la Mesopotamia, donde las piedras y los palos afilados servían para defenderse
o atacar, hasta nuestro presente, en el que tenemos armas de destrucción
masiva.
Nos hemos
enfrentado desde el principio, nos hemos asesinado, lacerado, disparado, bombardeado.
Ha sido el método para conquistar pueblos, extender imperios, imponer
sincretismo sobre otras naciones, someter o colonizar. El tiempo ha pasado, los
soldados usaron espadas y arcos, siguiendo con los cañones, hasta llegar a los
fusiles, ametralladoras o rifles de asalto – Aumentando el número de muertos en
las guerras ya que el poder destructor de las armas se ha elevado, tanto, que
basta presionar un botón para enviar un misil nuclear y acabar con ciudades
enteras.
Por supuesto que
las armas se convirtieron en un negocio, alguien las tenía que producir y, ya
que el ser humano se autodestruye, siempre habrá conflictos, guerras,
diferencias que los seres querrán solucionar matando a su enemigo, siempre
habrá quien compre armas de fuego.
Las armas pasaron
de ser de uso exclusivo de los ejércitos a caer en las manos de los ciudadanos,
en Estados Unidos, por ejemplo, la segunda enmienda de la constitución,
aprobada en 1791, dice así: “Siendo
necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un estado libre, el
derecho del pueblo a poseer y portar armas, no será infringido”
Quienes diseñaron
la constitución y quienes introdujeron la segunda enmienda, claramente legislaron
pensando en una solución para el momento. En 1791 las armas no tenían la capacidad
letal que tienen hoy en día, la idea era salvaguardar las fronteras, empoderar
a los ciudadanos para defender el país de amenazas foráneas y defender la
propiedad privada de ladrones o invasores. En 1791 la policía no era una
entidad tan numerosa ni tan sofisticada como hoy.
La industria de las armas es un gigante, un gigante con poder en todas las esferas de la sociedad, un gigante que hará lo posible por mantenerse en el poder, un gigante que encontró en la segunda enmienda su más poderosa arma.
La segunda
enmienda será defendida por los políticos en Congreso por la sencilla razón que
sus campañas reciben financiación de la NRA (National Rifle Association).
Uno de los
argumentos de quienes apoyan la segunda enmienda es que todos los ciudadanos
tienen el derecho a defenderse, que las armas siempre estarán en el mercado
negro y que es la única forma de hacerle frente a los criminales.
Sin embargo, las
cifras de muertes en los Estados Unidos en donde se involucran las armas de
fuego son escalofriantes.
Según el Gun Violence Archive, en el año 2016, 15.034
personas murieron a causa de disparos con un arma de fuego y 30.583 personas resultaron
heridas. Evidentemente el sistema necesita ser modificado, máxime si tenemos en
cuenta que en 2014 la cifra de muertos fue de 12.548; en 2015 fueron 13.481 –
Lo que quiere decir que cada año aumenta el número de muertos por armas de
fuego.
De acuerdo con el
Congressional Research Service, en
Estados Unidos hay más de 300 millones de armas, eso es, 93 armas por 100
habitantes.
Entre los años
2001 y 2016, la guerra en contra del terrorismo le ha costado a Estados Unidos
más de $1.7 trillones de dólares – Entre 2001 y 2014, el total de muertes por
terrorismo radical externo fue de 3.412 (incluyendo los ataques contra el
centro financiera de Manhattan donde murieron 2.990 personas). Entre los años
2001 y 2016 murieron cerca de 500.000 personas en los Estados Unidos.
Es decir, del
bolsillo de los contribuyentes salieron $1.7 trillones de dólares para proteger
la vida de los ciudadanos, pero el verdadero flagelo que está acabando con la
vida es un terrorismo doméstico, uno más difícil de controlar ya que convive
con nosotros – Un peligro inminente que en cualquier momento estalla, en el
centro comercial, en el barrio, en las escuelas; todo por cuenta de una ley
obsoleta y por la obstinación de unos gobernantes que temen perder votos y dinero
para sus campañas.
Como si fuera
poco, quienes se están quitando la vida son las minorías, aquellas que son
aisladas de la sociedad y puestas en residencias subsidiadas por el gobierno,
donde las escuelas son peligrosas y donde sus hijos crecerán para ser puestos
en la cárcel y el ciclo será el mismo: del proyecto (vivienda subsidiada) para
la cárcel.
Mientras tanto,
veremos lo mismo de siempre, las grandes industrias de las armas haciendo Lobby
en el Congreso, políticos recibiendo dinero para sus plataformas electorales,
enfermos mentales con acceso a las armas, la negación por parte del gobierno a
hacer chequeos más drásticos y rigurosos, ciudadanos con rifles de asalto,
armas automáticas de largo alcance en manos de la gente común, masacres en
sitios públicos, etcétera.
Y nos dicen que
el tema tiene que ver con las diferentes libertades y derechos consignados en
la constitución, lo cierto es que están vulnerando el mayor derecho de todos,
el derecho a la vida, a ver crecer a nuestros hijos sin la angustia de
presenciar un tiroteo o de enviar a tus hijos a la escuela con la incertidumbre
de pensar que en cualquier momento algún desadaptado, desquiciado o enfermo tomará
una de las más de 300 millones de armas en el país y cegará la vida de alguno de tus
hijos.
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