Las guerras han
tenido como característica principal el dominio de un grupo, país o grupo de
países sobre otros pueblos – Las conquistas sobre otros pueblos y sus riquezas
se volvieron eventos cotidianos desde el desarrollo de las primeras
civilizaciones.
Las similitudes y
las diferencias han sido el combustible ideal para el funcionamiento de los
diferentes enfrentamientos. Es así como aquellos que se identifican con una
misma raza, una misma cultura, un mismo sistema de gobierno o unas mismas
creencias religiosas, han emprendido dichos enfrentamientos contra aquellos que
no comparten los mismos pensamientos o inclinaciones ya mencionados.
La historia nos
brinda innumerables ejemplos de las guerras y de la destrucción que ellas han
traído a la humanidad. Dado que el ser humano aprende de las experiencias
vividas, después de cada guerra siempre ha habido una conclusión, una
enseñanza, un aprendizaje que sienta las bases para el futuro, por lo menos en
teoría, ese ha sido el anhelo de las naciones después de cada enfrentamiento bélico.
Por ejemplo,
después de la Primera Guerra Mundial, se creó una organización en 1919 llamada
La Liga de las Naciones. Sin embargo y a pesar de la experiencia vivida en la
que murieron 17 millones de personas, no pudieron evitar el inicio de la
Segunda Guerra Mundial, la cual trajo una destrucción sin precedentes.
En 1945, después
de la Segunda Guerra Mundial, en la que más de 60 millones de personas
perdieron la vida, se creó una organización llamada: Organización de las Naciones
Unidas, ONU, para dar respuesta a la necesidad de reparar la destrucción hecha
en la guerra y propender por la paz mundial; comenzó con 51 países miembros y
hoy en día son 193.
Sin embargo,
emergieron tensiones entre dos corrientes o ideologías llamadas Capitalismo y
Comunismo; las mismas que tuvieron como mayores exponentes a los Estados Unidos
y a la Unión Soviética, superpotencias que dibujaron el mapa político del
mundo; quienes tenían en su posesión armas nucleares y se encaminaron en una
carrera armamentista que terminó desgastando a la Unión Soviética, desembocando
en su disolución en 1990.
Antes de
Septiembre 11 de 2001 los politólogos, economistas, internacionalistas y demás
expertos tenían una forma de explicar las guerras y los conflictos entre las
naciones.
Después de
aquella fatídica fecha, en la que el terrorismo golpeó la paz mundial, la
estabilidad económica y cultural, vuelve y sucede lo mismo – Se hace necesario
que volvamos a hacer un llamado a la común unión entre los pueblos, con un
ingrediente nuevo: el terrorismo y el extremismo religioso.
Las naciones ven
con preocupación lo que sucede en el Medio Oriente y el terrorismo que toma la
religión como excusa para ejecutar sus macabras campañas genocidas. Los miles
de refugiados que emigran de sus países natales buscando libertad para profesar
sus creencias sin ser perseguidos y asesinados son motivo de intranquilidad para
los países democráticos.
Por esta razón,
la agenda gubernamental de países desarrollados han adoptado un nuevo objetivo:
la lucha por la Libertad Religiosa. Nuevos encuentros multinacionales se han
desarrollado en busca de hacer respetar los diferentes credos de las personas –
Después de todo, no podemos hablar de paz cuando se persiguen a las personas
por sus creencias religiosas.
Hace dos semanas
se llevó a cabo un encuentro en el que coincidieron cerca de 80 parlamentarios,
diplomáticos y líderes religiosos provenientes de 50 países. El encuentro, que
tuvo como escenario a las Naciones Unidas en Nueva York, hace parte de la
respuesta al inminente peligro que representan aquellos violentos que han
emprendido una campaña de intolerancia hacia aquellos que piensan diferente. El
evento fue organizado por The
International Panel of Parliamentarians for Freedom of Religion or Belief (IPPFoRB).
Hace una semana,
líderes políticos del continente americano hicieron lo propio, en lo que se
denominó la Cumbre de las Américas 2015, promovido
por Political Network for Values. En
dicha cumbre, se hizo un llamado a propender por la Libertad Religiosa y los
valores en la política.
Es imposible
sacar del espectro político a la religión, quienes lo intentan se estrellan con
una barrera cultural, incrustada en el ser humano. Lo que debemos hacer es
evitar que los gobiernos tengan preferencia por una religión determinada para
que las minorías no sean perseguidas; aunar esfuerzos para que las creencias
religiosas no sean vulneradas y que la objeción de conciencia tenga un espacio
en la sociedad.
Así como hay campañas para defender la libertad de expresión, a
la religión también se le debe respetar dicha libertad de expresar sus ideas
libremente sin temor a ser perseguida.
El mundo ha
cambiado y seguirá cambiando, las sociedades continuarán siendo objeto de
fricciones; nuevos esfuerzos multinacionales serán necesarios para mantener el
equilibrio en el mundo; un nuevo reto nos espera, así como Samuel Huntington lo
pronosticó en su libro Clash of
Civilizations, los enfrentamientos entre las naciones se darían gracias a
las diferencias culturales y religiosas de los habitantes del planeta.
La opción más
vana e inadecuada es bombardear, invadir y adelantar operaciones militares sin
primero hacer un estudio de las implicaciones a las que esto conlleva ─ Por ejemplo
un bombardeo en el que mueren civiles, aumentando el odio y el resentimiento.
Llegó la hora de
sentarnos con todas las partes, con todas las religiones, incluso con quienes
no profesan ninguna. La historia nos indica que después de momentos turbulentos
siempre ha habido una respuesta, una salida, una vía de escape – Es por medio
del diálogo, el acercamiento y la cooperación entre las naciones que podremos
llegar a un entendimiento.
Posiblemente haya muchos escépticos que piensan que
las cosas no cambiarán. Sin embargo, muchos creían que el Muro de Berlín no
caería y si cayó, que era imposible derrotar al poderío de Hitler y si fue
posible, que Europa no se recuperaría de la destrucción que trajo la Segunda
Guerra Mundial y gracias a la cooperación internacional si fue posible,
convirtiéndose en un grupo de países democráticos y estables.
Muestra de lo
aprendido a través de la experiencia es la acogida que Alemania ha dado a los miles
de refugiados Sirios.
Sí es posible
cambiar el futuro de nuestro mundo, entre todos sí es posible ─ Nuestras generaciones futuras nos lo agradecerán.
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