Encontrar
petróleo, oro, agua, carbón, esmeraldas y demás minerales o recursos naturales
en teoría debería representar generación de empleos dignos, desarrollo social,
mejores planteles educativos; en conclusión, una mejor vida para aquellos que
hacen parte de las regiones “afortunadas” de tener dichos recursos.
Sin embargo,
sucede todo lo contrario, el hombre ha emprendido una campaña de expropiación
“legal” de los recursos naturales con el aval de los gobiernos que sólo ponen
sus miradas en el dinero que reciben producto de la comercialización de lo que
nace de la tierra – Tristemente, el dinero que debiera ser usado para adelantar
programas sociales termina engordando la corrupción que cada día le arrebata
los sueños a la gente.
En otras
palabras, lo que debiera ser un motivo de prosperidad se convierte en una
desgracia.
Por ejemplo,
El medio Oriente ha sido motivo de intervención por parte de las potencias que
vieron en dicha área una gran oportunidad para abastecer sus aspiraciones
industriales ya que nuestra sociedad es petróleo-dependiente. Lo anterior ha
generado guerras interminables, la creación de guerrillas y todo un sinnúmero
de agentes que luchan por el poder económico de la región.
África es
otro ejemplo que reúne los elementos necesarios para la proliferación de la
miseria entre sus habitantes que fueron vendidos a otros pueblos por muchos
siglos y que cuando tomaron control de sus países ya nada les pertenecía;
trayendo corrupción, hambre y pobreza a niveles extraordinarios.
Para no ir
muy lejos y entender más de cerca esta problemática, podemos analizar los
departamentos ricos en recursos naturales y minerales de Colombia.
Según cifras del DANE, Chocó presenta un porcentaje de pobreza monetaria por encima del 64 % y una pobreza extrema por encima de 35 % y un 0,603 en el GINI (coeficiente que mide la desigualdad) ─ Es por ello que escuchamos constantemente que los niños mueren por desnutrición, que los jóvenes son fácilmente reclutados por la guerrilla, que la educación es mínima, que los servicios sanitarios son deficientes, que las carreteras no son pavimentadas, que no cuentan con sistema de acueducto pese a que tienen la segunda reserva hídrica más grande de Colombia, que el sistema de salud es privado y una visita al médico es un lujo, que la minería ilegal acaba con el ecosistema y el río Atrato es testigo de una de las rutas más conocidas del narcotráfico; simplemente es como viajar a otro país, uno diferente a lo que se ve en el interior.
Según cifras del DANE, Chocó presenta un porcentaje de pobreza monetaria por encima del 64 % y una pobreza extrema por encima de 35 % y un 0,603 en el GINI (coeficiente que mide la desigualdad) ─ Es por ello que escuchamos constantemente que los niños mueren por desnutrición, que los jóvenes son fácilmente reclutados por la guerrilla, que la educación es mínima, que los servicios sanitarios son deficientes, que las carreteras no son pavimentadas, que no cuentan con sistema de acueducto pese a que tienen la segunda reserva hídrica más grande de Colombia, que el sistema de salud es privado y una visita al médico es un lujo, que la minería ilegal acaba con el ecosistema y el río Atrato es testigo de una de las rutas más conocidas del narcotráfico; simplemente es como viajar a otro país, uno diferente a lo que se ve en el interior.
El contraste
es abismal cuando analizamos la riqueza de nuestro Chocó, un departamento rico
en recursos, pero vivir en medio de la riqueza les ha traído pobreza. Lo mismo
sucede en otros departamentos en los que se extrae petróleo, pero en los que
sus habitantes carecen de solución a sus necesidades básicas.
Algo muy
diferente sucede en el centro del país y donde no hay riqueza natural, pero es
la región que recibe el dinero de las ganancias de los departamentos alejados
de la capital. Bogotá tiene un nivel de pobreza monetaria del 10 % y pobreza
extrema de 1,6 % comparada a Chocó con un 64 % y un 35,6 % respectivamente,
simplemente es una muestra del atropello y la extracción del dinero de una
región rica pero pobre al mismo tiempo.
El mayor
reto del país ha sido integrar las regiones y acercarse a ellas, hacerlas
sentir que hacen parte del mismo amarillo, azul y rojo de nuestra bandera. Sin
embargo, la corrupción y el olvido hacen que cada día esto sea peor, que las
presidencias se decidan en departamentos alejados de la veeduría de los entes
de control, donde tener una cédula y ser apto para votar es un platillo apetecido
para los que se roban las regalías con la venia de los partidos políticos en el
poder, después de todo eso les garantiza la permanencia en las entidades
públicas que manejan los destinos de nuestros niños desnutridos y nuestros
jóvenes olvidados que empuñan un arma porque no hay generación de empleo, es
eso o ver a sus familiares morir esperando una ayuda que nunca llega.
Por fortuna existe el colombiano de a pie indignado, aquel que no tiene poder político, influencias, “palanca o está en la rosca”, aquel colombiano que lo único que tiene es un celular y mucha indignación – Pero nos basta para ser millones que protestamos contra las maquinarias que desangran nuestra bendecida tierra.
Lo sucedido
recientemente en la Macarena, la revocatoria de la licencia de explotación por
parte de la ANLA por presiones en redes sociales, es un triunfo de aquel
colombiano al que le duele su país y decide hacer a un lado sus inclinaciones políticas
para pensar en Colombia.
Ha llegado
el tiempo de exigir, no solo una minería responsable, sino también que los
recursos sean invertidos en la gente, no más niños desnutridos y/o analfabetas,
no más sueños frustrados, no lo permitamos más. Muchos se admiran de la
historia de superación del nuevo ministro de medio ambiente, que le tocó irse a
estudiar becado a Rusia porque en su natal Chocó tenía las puertas cerradas y
que aceptó porque le ofrecían el pasaje Quibdó – Bogotá, no así una universidad
en Alemania, el mismo pasaje que por su nivel de pobreza en una región rica no tenía
cómo costear. Bonita historia, pero sería más bonito si nuestros jóvenes tuvieran
esas mismas oportunidades aquí en nuestro país, Avancemos.
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